viernes, 11 de enero de 2013

El Secreto de Marilú



No es malo que algunos de nuestros secretos duerman para siempre dentro de nosotros,  pues de no ser así sería como mostrarse desnuda ante tus semejantes.

En cambio hay otros que los llevas ahí y no cesan de retorcerse cual serpiente apresada en un zurrón; capaces, incluso, de provocar una llaga por la que poder escapar.

Yo, Marilú, humildemente confieso ante este cuaderno amigo, el cual no se espanta ni murmura por nada, que en algún momento de mi vida he odiado por envidia.  He llegado a sentir celos de mi compañera Celia cuando ésta era acosada sexualmente por nuestro jefe, y lo más lamentable de todo es que ella no le prestaba el menor interés, salvo en una ocasión, que lo sorprendió con un revés cruzado que le hizo enrojecer.  Pero ahí Dios no pecó de ingenuo, y aquella acción de mi compañera fue un revulsivo para mí, que hizo que me despojara del pudor confuso que siempre me había acompañado. A partir de entonces comencé a desplegar unas dotes de seducción que iban desde coincidir,”casualmente”, con él en el “metro”, a dejar caer unos folios al suelo cuando nos cruzábamos en el pasillo de la oficina; es decir, esas cosas que se ven en las películas. Y él, sí, muy amable se agachaba y ponía, de nuevo, los papeles en mis manos, pero jamás, que yo sepa, volvió la cabeza para mirar mi triste contoneo de caderas.  No, yo nunca he sido acosada sexualmente.

Por otra parte, es verdad que por aquel entonces yo me balanceaba en 117 kilos, lo que me llevó a la conclusión de que, los hombres, unas veces te traspasan con sus ojos y otras están ciegos.

Me arañaba el alma, sí, aquella terca miopía en quien tú quieres que te vea, y si ya no puede ser por fuera al menos que se digne en mirarte por dentro.
 
Así pues, a partir de entonces me hice el firme propósito de buscar, ¡en el infierno si hacía falta! , un alfarero que modelara y le diera nuevo “look” a mi cuerpo. Y a fe que lo encontré, presto y dispuesto a llevarme de la mano hasta aquel lugar donde me encontrara yo satisfecha conmigo misma.    

Pronto aquel Rey Mago me envolvió en sus palabras y ganó con sus consejos. No, no voy a desvelar aquí su quehacer conmigo; porque ése, precisamente, es uno de los secretos que no muerden ahí adentro. Me recomendó, eso sí, vivir, soñar y asomarme, ¿por qué no?, al balcón de la esperanza, y, también,  si pasado algún tiempo notaba yo que subía mi apetito y bajaba mi peso, –¡qué contradicción!–, que estaba en el buen camino; señal que el ser que llevaba dentro se estaba desarrollando adecuadamente.

Ahora ha transcurrido aquél tiempo que me pidió y un poquito más; lo suficiente para que mi figura haya sufrido una transformación que ni yo misma hubiera soñado.

Hoy día, y lo digo muy alto, ya hay quien me mira en la oficina; quien me mira y que me ve.  Así mismo debo decir que ya no sueño con ser acosada sexualmente.  Ahora soy querida y respetada, porque he aprendido a ser  asesina de mi propio odio. Ahora mismo lo único que me entristece es pensar en el instante en que “mi niña” tenga que abandonar mi vientre.  Será un momento duro, lo sé; porque, tanto tiempo juntas las dos, durmiendo juntas, comiendo juntas, trabajando juntas, paseando juntas, y ahora, cuando ya no la necesito, tengo que dejarla en la estacada, sin saber la suerte que correrá. No, no sé si podré soportarlo, más pensando en todo el bien que ella me ha hecho. Tengo que estar preparada para ese trago amargo que me espera. Tengo que mentalizarme y coger fuerza suficiente para cuando llegue el momento cerrar los ojos y no verla, pues de lo contrario, ¡ay! que no respondo de mí.

Mucho me desgarra, también, pensar que nunca faltará una mente vacía de sensibilidad y de amor que a la hora de murmurar de esa indefensa criatura la llamen Solitaria; ahí, como si se tratase de algo asqueroso y repugnante. ¡Pues no! ¡Yo no; para mí siempre será “mi niña del alma”, y si en alguna ocasión he de llamarla por su nombre, la llamaré Tenia!
           

                                        Pío Mª Yagüe.

3 comentarios:

  1. Me alegra mucho de que por fín tengas tú propio blog y que disfrutes tanto con ello. Felicidades muy bonito

    ResponderEliminar
  2. Qué curioso llamar solitaria a un ser para el que es imprescindible la "compañía"...espero el próximo relato, enhorabuena!!!!!

    ResponderEliminar
  3. Aunque ya conocía estas dos narraciones que has colgado en tu blog, cada vez que las releo más aprecio los hallazgos expresivos y simbólicos y la equilibrada y espontánea poesía que se da en muchos de tus relatos. Espero que tu vena creativa se acreciente y tengamos la suerte de leer más creaciones salidas de tu pluma (lo de la pluma es un decir: el ordenador la ha desterrado casi definitivamnete).

    ResponderEliminar